Esta es una conversación entre Musa Ibn Nusair, que Al-lah esté complacido con él, y el Califa de su era:
El Califa: “¿A qué recurres en tiempos de dificultad durante la guerra?”.
Musa: “Me encomiendo a Al-lah y Le ruego a Él”.
El Califa: “¿Prefieres protegerte (tú y tu ejército) con castillos o con trincheras?”.
Musa: “Con ninguno de los dos”.
El Califa: “¿Qué haces entonces?”.
Musa: “Siempre lucho a campo abierto, me mantengo alerta y soy paciente. Me protejo con la espada, busco la ayuda de Al-lah y Le ruego a Él por la victoria”.
El Califa: “Dime de la guerra entre tú y tus enemigos… ¿La victoria se alterna entre unos y otros?”.
Musa: “Emir de los creyentes, nunca fui derrotado desde mis cuarenta años hasta hoy, que tengo ochenta”.
Es bien sabido que siempre que se habla de la conquista musulmana de la península ibérica dos nombres salen a relucir: Táriq Bin Ziad y Musa Ibn Nusair, que Al-lah esté complacido con ambos. Pero… ¿quién es este Musa Ibn Nusair que nunca fue derrotado en 40 años?
Musa Ibn Nusair, que Al-lah esté complacido con él, nació en una tribu árabe que solía habitar las fronteras del Imperio Persa, al oeste del Éufrates, antes del Islam. Su padre, Nusair, vivía cerca a Medina en el Hiyáz (región occidental de Arabia sobre el Mar Rojo), desde que se islamizó. Así que Musa nació en la cuna del Islam el año 19 H., durante el gobierno de Omar Bin Al Jattab, que Al-lah esté complacido con él.
Musa Ibn Nusair, que Al-lah esté complacido con él, pasó su infancia en Medina, aprendiendo la religión de los sahabah del Profeta Muhammad, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él. Se nos dice que, de hecho, era considerado de la segunda generación de los musulmanes primitivos, los cuales conocieron o acompañaron a los sahabah, que Al-lah esté complacido con todos ellos, los discípulos inmediatos del Profeta, y que también era relator de algunos hadices proféticos.
Esta educación semi formal con los sahabah y el hecho de vivir en una sociedad islámica dejó una gran huella en él. Era, de cierta manera, una extensión de los primeros héroes del Islam: Jálid Ibn Al Walíd, Sa’d Ibn Abi Waqqas, Abu ‘Ubaida Ibn Al Yarráh, Amro Ibn Al ‘As y muchos otros de los sahabah, que Al-lah esté complacido con todos ellos.
Después, cuando el gobernador de Siria, Mu’awia Bin Abi Sufián, que Al-lah esté complacido con él, y su padre eligieron al padre de nuestro héroe para ser comandante de su guardia, nuestro héroe recibió más lecciones de vida, esta vez en liderazgo político y militar, pues Musa Ibn Nusair estaba en constante contacto con Mu’awia durante sus campañas militares y conflictos políticos.
Sin embargo, como musulmán practicante y consciente que era, Nusair se rehusó a acompañar a Mu’awia en su campaña contra el Califa Ali Ibn Abi Tálib, que Al-lah esté complacido con él, a pesar de estar bajo el padrinazgo de Mu’awia. Este valiente acto del padre de nuestro héroe debe haber dejado una gran impresión en Musa, que Al-lah esté complacido con él, quien aprendió que la obediencia y complacencia de Al-lah son más importantes que la obediencia a la gente que desobedece a Al-lah, sin importar quiénes sean.
Musa Ibn Nusair, que Al-lah esté complacido con él, recibió su entrenamiento militar en Siria. De hecho, tenía 15 años cuando Mu’awia lideró la segunda campaña naval del Islam en el año 33 H. Debe haber seguido de cerca los preparativos de ese nuevo tipo de combate para los árabes musulmanes. Musa Ibn Nusair, que Al-lah esté complacido con él, tuvo el honor de participar en las posteriores batallas navales contra la altamente sofisticada marina romana que atacó las tierras recién liberadas en las costas orientales del Mar Mediterráneo.
Durante el reinado de Marwán Ibn Al Hakam, que Al-lah esté complacido con él, que inició en el año 65 H., Musa Ibn Nusair, que Al-lah esté complacido con él, fue elegido por el hijo del Califa omeya, Abdulaziz Ibn Marwán, que Al-lah esté complacido con él, para ser su asesor en jefe cuando fue elegido gobernador de Egipto. También fue llamado para ayudar a otro hijo del Califa en Iraq y pasó allí cierto tiempo.
Afortunadamente para la humanidad y la historia del Islam, Musa, que Al-lah esté complacido con él, retornó a Egipto el año 75 H. y empezó allí una nueva era en su vida y en la vida de millones de personas en el norte de África y la Península Ibérica.
Naturalmente, una gran porción del norte de África ya había sido liberada de la tiranía romana muchos años antes, durante las rápidas campañas del gran Uqba Ibn Náfi, que Al-lah esté complacido con él, quien construyó la fortaleza de Qairawán en Túnez para ese propósito. Sin embargo, parecía faltar mucho esfuerzo para traer estabilidad a la zona. En especial, por la presencia de muchos focos de resistencia romana en la costa, desde donde los musulmanes eran frecuentemente atacados.
Musa, que Al-lah esté complacido con él, fue el elegido para traer paz y estabilidad a la región norafricana que estaba mayormente poblada por los bereberes, quienes estaban acostumbrados a otro modo de vida política y administrativa. Musa, que Al-lah esté complacido con él, fue elegido gobernador de Qairawán (Túnez) el año 85 H.
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