Al-lah, Altísimo y Alabado sea, ordenó a Sus siervos que siguieran las enseñanzas establecidas por Su Profeta y Mensajero, Muhammad, sallallahu ‘alaihi wa sallam. Por lo que obedecerlo es una obligación indiscutible en el Islam. La manera en que el creyente puede lograr el cumplimiento de este deber es, sin lugar a dudas, comenzando por el principio, es decir, conociendo la Sunnah del Profeta Muhammad, sallallahu ‘alaihi wa sallam, y lo que estableció para cada asunto de la vida. Por otra parte, el musulmán debe ser consciente y creer con firmeza que no hay un hombre con un carácter tan completo y una conducta tan elevada que se pueda seguir como ejemplo, a parte del Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alaihi wa sallam. Y que entre más se acerque el siervo al cumplimiento de lo que Al-lah ordenó, siguiendo el ejemplo del Su Enviado y Profeta, sallallahu ‘alaihi wa sallam, su ser se eleva más y más hasta alcanzar la perfección humana. Por ello Al-lah, Altísimo sea, dijo (lo que se interpreta en español): {Hay un bello ejemplo en el Mensajero de Al-lah [de valor y firmeza en la fe] para quienes tienen esperanza en Al-lah, [anhelan ser recompensados] en el Día del Juicio y recuerdan frecuentemente a Al-lah.} [Corán 33:21]
Al ser el mes de Ramadán una de las temporadas más especiales de todo el año, y una de las mayores oportunidades que tiene el siervo para acercarse a su Señor y lograr su aceptación y complacencia, es importante que el musulmán conozca la forma como vivía Ramadán el Profeta Muhammad, sallallahu ‘alaihi wa sallam.
El Profeta Muhammad, sallallahu ‘alaihi wa sallam, antes de la llegada de Ramadán
El Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alaihi wa sallam, era la persona más desapegada a los bienes y placeres mundanales, pero al mismo tiempo era quien más deseaba lograr la complacencia de Al-lah y lo que Él ha dispuesto para Sus siervos sinceros en la otra vida. Por eso tenemos que de las obras a las que más se dedicaba antes de la llegada de Ramadán eran:
· Quiam Al-Lail (la oración voluntaria nocturna). Esto lo hacía con la firme intención de vivificar su ser, quitarse la pereza y activar su cuerpo y alma para recibir este grandioso mes.
· El ayuno voluntario que realizaba durante el mes de Sha’ban (el mes anterior a Ramadán). ‘A’ishah, que Al-lah esté complacido con ella, relató: “No lo vi ayunar tanto en un mes, aparte de Ramadán, como lo hacía en Sha’ban… ayunaba todo Sha’ban menos unos cuantos días”. [Muslim]
· La forma en que el Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alaihi wa sallam, animaba a sus Sahabah, que Al-lah esté complacido con todos ellos, antes de la llegada de este grandioso mes. Para ello, se valía de la mención de las virtudes y características propias de este mes, y la gran recompensa que se puede ganar en él. Ejemplo de ello es el hadiz en el que el Profeta Muhammad, sallallahu ‘alaihi wa sallam, dijo: “La primera noche de Ramadán los demonios son encadenados, se cierran las puertas del Infierno y ninguna de ellas es abierta, se abren las puertas del Paraíso y ninguna es cerrada, y un pregonero dice: ‘¡Oh, tú que quieres hacer el bien, hazlo! ¡Oh, tú que quieres hacer el mal, déjalo!’ En cada noche de este mes Al-lah Libera a gente del castigo del Infierno”. [Ibn Mayah]
· El Profeta Muhammad, sallallahu ‘alaihi wa sallam, les aclaraba a sus Sahabah todos los asuntos pertinentes relacionados a las legislaciones del ayuno, como el estar pendientes de la luna que da inicio al mes y la que anuncia su final, qué hacer en casos determinados, etc.
Así era el Profeta Muhammad durante el ayuno (Parte 2)