El tema de la modestia es probablemente el obstáculo más grande que las mujeres musulmanas encuentran en el hospital.
Cada vez que Yasmine, una norteamericana revertida al Islam, recuerda haber dado a luz a su cuarto hijo, se estremece y lo describe como “una tortura”; no por el dolor del parto, sino por cómo fue tratada por el personal del hospital. Aunque admite que la mayoría de los trabajadores en el hospital fueron amables y profesionales, también describe otros incidentes que hirieron sus sentimientos.
Yasmine no entró al hospital con la intención de tener problemas con nadie. Como la mayoría de las mujeres, ella solo quería tener a su bebe de manera normal e irse a casa. Pero una petición de Yasmine –que ningún hombre entrara a su cuarto o la examinara sin su permiso– disparó sensibilidades entre los miembros del equipo, quienes sintieron que ella estaba pidiendo demasiado.
Yasmine dice que ella siempre ha sido modesta y que también solía pedir doctoras mujeres antes de su conversión al Islam. “A menos que exista una emergencia real, ¿por qué voy a dejar que me toque un hombre extraño por cualquier razón?”, se pregunta.
La jefa de enfermería le prometió a Yasmine que solo mujeres la examinarían y que su parto sería asistido también por una mujer. Pero no habían pasado ni cinco minutos desde que entró en su habitación, cundo un hombre y una mujer enfermeros entraron sin anunciarse. Esto fue muy incómodo para Yasmin ya que estaba vestida solo con una bata de hospital. Sobresaltada, hizo lo que pudo para cubrirse mientras su esposo estalló en cólera. Sacando a todos de la habitación, él exigió saber qué sucedió con las medidas de privacidad para su esposa. Le dijeron que el hombre no iba a “tocar” a Yasmine, solo iba a “observar” a la enfermera en su trabajo. Pero tanto Yasmine como su esposo rechazaron esto, porque el tema que les preocupaba no era solamente el “tocar” sino también el “mirar”.
Esto no terminó allí. La enfermera estaba a la defensiva sobre la situación y comenzó a portarse de forma hostil con Yasmine, haciendo comentarios hirientes cuando estaba a solas con ella en la habitación. También la trató con dureza físicamente durante y después del parto. Lastimosamente, Yasmine se sentían indefensa y no podía quejarse porque esta enfermera estaba a cargo de su cuidado y podía causarle serios daños a ella o a su bebé.
La historia de Yasmine sirve para identificar algunas preocupaciones comunes de los musulmanes que buscan tratamiento médico en Occidente, pero si vamos a sacarle algún provecho a su desafortunado incidente, entonces es necesario desarrollar estrategias que ayuden a otras mujeres musulmanas a evitar tales predicamentos.
El tema de la modestia es probablemente el más grande obstáculo que las mujeres musulmanas encuentran en el hospital. Si bien el Islam no impide a las musulmanas recibir tratamiento de doctores hombres, esto debe evitarse si existen mujeres calificadas para realizar el mismo trabajo. Muchas musulmanas no consultan médicos varones a menos que haya una emergencia real, y además no se sienten cómodas al hacerlo, y están a solas o descubiertas solo lo suficiente como para recibir el tratamiento.
La mayoría de las mujeres musulmanas que dan a luz por primera vez van a elegir una mujer obstetra o una matrona para asistirlas durante el parto. Pero el elegir una doctora mujer es en realidad solo el primer paso de muchos que tienen que darse para asegurar la privacidad durante la estadía en el hospital.
Es importante darse cuenta de que muchos médicos trabajan en grupos de práctica, los cuales también pueden incluir hombres. Si tu doctora no está disponible para atender tu parto, uno de los otros doctores la reemplazará. En el caso de las matronas, ellas no están capacitadas para atender cirugías de emergencia, y puede ser que también necesiten la asistencia de doctores durante procedimientos médicos complicados. Ya que nada de esto puede prevenirse o incluso conocerse antes del nacimiento del bebé, puedes tratar de planificar para tales situaciones buscando profesionales mujeres o matronas. Si esto no es posible, entonces, al menos infórmale a tu obstetra que tú preferirías ser atendida por una mujer, en caso de que tengan que reemplazarla, y no por un hombre; un equipo de médicos compuesto por hombres y mujeres puede acomodarse a tu requerimiento manteniendo a una mujer disponible durante la semana de la fecha de tu parto.
Desarrollar una buena relación con tu obstetra o partera es clave para tener una experiencia de alumbramiento positiva. Mientras mejor se lleven y se comprendan, habrá más posibilidades de que las cosas en el hospital sean más llevaderas. Es esencial que no esperes hasta un día antes de que nazca tu bebé para empezar a discutir sobre asuntos importantes relacionados con tu privacidad, sino que debes hacer esto en cuanto tengas tu primera consulta prenatal.
Trabaja durante el transcurso de tu embarazo para instruir a tu obstetra sobre las preocupaciones de las mujeres musulmanas en el hospital. Esto se debe hacer de forma educada y sin sermonearla. Si ella parece genuinamente interesada en lo que tienes que decir, hace preguntas y toma nota en su registro, es una buena señal de que está abierta a trabajar con una paciente musulmana. Ten en mente que tal vez tú eres la primera mujer musulmana a quien atiende y de que necesita que le asegures que permitirás que un doctor hombre intervenga en caso de una emergencia en la que no haya mujeres disponibles para hacerlo. Cuanto más flexible seas, más cómoda se sentirá la doctora de trabajar contigo y tu familia.
Incluso si discutes tu necesidad de privacidad al comienzo de tu embarazo, asegúrate de hacerlo nuevamente hacia el final de éste. Esto servirá para refrescar la memoria de tu doctora así como para darte la oportunidad de discutir sobre la forma en cómo evitarás que entren hombres en tu habitación innecesariamente durante tu parto. En un parto normal en el que no se necesita la intervención de doctores de apoyo, puedes esperar que otros hombres entren a la habitación para sacar la sangre, revisar al bebé y realizar otros trabajos. Un doctor que sea responsable por tus necesidades puede informar al equipo que solo mujeres deben entrar en tu habitación. También, es una buena idea colocar un letrero en la puerta para que nadie entre por error. Finalmente, si un hombre tiene que entrar a la habitación por alguna razón, tiene que darte un tiempo antes para que puedas ponerte tu hiyab.
Ante las dificultades que las mujeres musulmanas enfrentan cuando buscan atención médica, parece obvio que debería llevarse a cabo un diálogo entre los representantes de las comunidades musulmanas y los hospitales que las atienden. En los lugares donde esto ya se ha hecho, los musulmanes han asegurado sus derechos en muchos aspectos como pacientes, incluyendo la necesidad de comida Halal y la el derecho de tratar los cuerpos de los musulmanes fallecidos de forma apropiada.