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Hiyab: La sumisión a Dios en la mira (parte 1 de 8)

Hiyab: La sumisión a Dios en la mira (parte 1 de 8)

Introducción
Uno de los debates más polémicos sobre el Islam y las mujeres musulmanas en la sociedad gira en torno a la concepción religiosa del haia (pudor, timidez) e, irónicamente, a lo que se ha convertido en su expresión más perceptible: la observancia del hiyab. La palabra hiyab deriva su significado lingüístico de estar cubierto, oculto o protegido y puede utilizarse tanto en su sentido literal como metafísico, tal como aparece en el Corán:
• {Cuando les pidan algo [a las esposas del Profeta], háganlo detrás de una cortina. Esto es más puro para los corazones de ustedes y los de ellas} [Corán 33:53].
• {Dicen: "Nuestros corazones son insensibles a lo que nos invitas, nuestros oídos son sordos, y entre tú y nosotros hay un velo. Haz lo que quieras, que nosotros haremos lo que queramos"} [Corán 41:5].
Sin embargo, hoy en día el término se ha convertido en sinónimo del pañuelo que llevan las mujeres musulmanas en la cabeza.
El asombroso nivel de atención sobre el hiyab, especialmente tras el 11-S, lo ha colocado inmerecidamente en el centro de la polémica. Su mera mención evoca una serie de reacciones. Antes de reorientar el discurso hacia la verdadera esencia del hiyab como acto de sometimiento a Dios, es importante identificar y desglosar primero los factores que han contribuido a las ideas erróneas que prevalecen sobre el hiyab. La islamofobia generalizada, los intereses políticos globales y el pensamiento feminista actual propagan sus propias agendas sociopolíticas, que a menudo malinterpretan el uso del hiyab como algo misógino y opresivo, y lo utilizan para estereotipar negativamente a quienes lo usan. Un estudio sobre las mujeres musulmanas de EE.UU. que usan el hiyab arroja algo de luz sobre los factores que conducen a las ideas erróneas sobre el este y quienes lo usan.
La imagen del hiyab como símbolo de la opresión y la violencia contra las mujeres a manos del hombre musulmán incivilizado se convirtió en el punto de encuentro no solo de los políticos estadounidenses, sino también de las feministas occidentales contemporáneas. El cuerpo de la mujer musulmana con velo se convirtió en la entidad sobre la que los neoorientalistas liberales occidentales superpusieron sus valores, y fue el cuerpo femenino expuesto, activo en la esfera pública, el que se convirtió en la imagen comercializable de la mujer en el capitalismo de libre mercado. Aunque los esfuerzos feministas se han utilizado durante mucho tiempo como método para desacreditar el control patriarcal sobre las mujeres, incluido su cuerpo, muchos sostienen que esos movimientos han encontrado un extraño compañero de cama con el capitalismo, que está reforzando las expectativas injustas sobre el cuerpo de las mujeres. Los movimientos feministas han evolucionado desde el “feminismo de Estado”, que abogaba por el cambio de políticas dentro del Estado, hasta el “feminismo de mercado”, en el que los mismos objetivos se consiguen en el sector privado de acuerdo con las tendencias del mercado .
Con el auge del liberalismo llegó la exigencia de una reforma religiosa, la prevalencia y el poder del consumismo y las imágenes de los medios de comunicación, que influyen en gran medida en las tendencias y el comportamiento social a través de la explotación y la mercantilización del hiyab. Al investigar la compleja relación entre las mujeres musulmanas y el capitalismo de consumo, encontramos una colección de artículos publicados en el Journal of Middle East Women's Studies:
Las musulmanas contemporáneas están cada vez más mediatizadas por las fuerzas del mercado del capitalismo de consumo, lo que repercute de forma compleja en las identidades, los estilos de vida y la pertenencia de las mujeres musulmanas. Lo que significa ser una mujer musulmana se negocia, se define y se redefine constantemente a través de las imágenes, los relatos y los conocimientos sobre la feminidad musulmana construidos en el mercado, o como reacción a ellos. A medida que las mujeres musulmanas se posicionan, se interactúan activamente con determinadas prácticas y conocimientos islámicos, así como con las modalidades del capitalismo... Las representaciones de mujeres musulmanas autodeterminadas, independientes y profesionales se ajustan a las imágenes del consumidor ideal. Mientras que las imágenes con velo reinscriben las normas e identificaciones islámicas al enfatizar formas particulares de ser musulmana para las mujeres, también transforman el contenido y los contornos mismos de la piedad y la feminidad islámicas .
Además, es importante reconocer la presencia y el impacto de otro factor: el sesgo cultural que se ha transmitido de generación en generación en muchas sociedades, y el mundo musulmán no es una excepción. Esto ha alimentado aún más las críticas erróneas al hiyab y al Islam por considerarlos opresivos para las mujeres, cuando en realidad el Islam y el hiyab honran y empoderan a las mujeres, como se hará evidente cuando hablemos del verdadero propósito del hiyab. Al malinterpretar la ignorancia cultural profundamente arraigada en la religión, una serie de prácticas −que van desde la insensibilidad hasta la injusticia y el extremismo− han contribuido a la marginación errónea e incluso a la opresión de las mujeres musulmanas . Por ejemplo, prácticas como la de negar a las mujeres el derecho a la educación que les ha sido concedido por Dios, su propia riqueza y propiedad, o su propia voz, siguen existiendo a plena vista. Lamentablemente, los abusos contra las mujeres siguen siendo frecuentes hoy en día en muchas naciones y sociedades, independientemente de la cultura y la religión.
A pesar de todo lo anterior, un gran número de mujeres musulmanas que usan el hiyab lo hacen con un propósito, como una insignia de honor, que es liberadora, empoderadora y que trae consuelo porque se lleva únicamente como un acto religioso de cumplimiento con Dios. Sin embargo, tampoco debería sorprender que, para muchas mujeres y jóvenes musulmanas que deben afrontar los desafíos diarios de usarlo, el hiyab se haya asociado con la lucha y la duda en términos de identidad, espiritualidad, autoestima e imagen corporal. Esta lucha se complica aún más para las que abrazan el Islam con otra dinámica: la de su propio viaje personal hacia la fe y la adaptación a una nueva forma de vida, muchas veces sin la estructura de apoyo necesaria de la familia y la comunidad para superar los desafíos espirituales y emocionales a los que a menudo se enfrentan. Infelizmente, el significado del hiyab está en cuestión, si no se ha perdido ya, para quienes han optado por no usarlo, o quienes dudan o rechazan su validez y obligación.
Por lo tanto, el discurso sobre la verdadera esencia y el propósito del hiyab está cada vez más enterrado bajo el fuego cruzado de estos polémicos debates, mientras que el propio hiyab sigue atrapado en el foco de la controversia y la mala interpretación.

Continúa en la parte 2...
 

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