Por ocho siglos, la conquista de Constantinopla, hoy Estambul, Turquía, fue un sueño para los comandantes militares musulmanes. Desde los tiempos del sahabi (discípulo del Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él) Mu’awia Ibn Abi Sufián, que Al-lah esté complacido con él, hubo varios intentos de conquistarla sin éxito alguno.
Cada comandante musulmán deseaba ser el conquistador elogiado en el hadiz en el cual el Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, dijo: “Ustedes van a conquistar Constantinopla. El comandante que lo haga será el mejor y su ejército será el mejor”.
¿Quién era esta persona a la que el Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, elogió y albrició? Se trata de Muhammad Al Fátih, que Al-lah lo tenga en Su misericordia, hijo del sultán otomano Murad II.
Muhammad Al Fátih en su infancia y la excelente educación que recibió
Muhammad Al Fátih nació el 27 de rayab del 835 H. (30 de marzo de 1432). Fue criado bajo la supervisión de su padre, el sultán Murad II, séptimo sultán otomano. Su padre lo educó y adiestró para asumir las responsabilidades de la posición de un sultán. Muhammad Al Fátih, que Al-lah esté complacido con él, aprendió de memoria todo el Corán, aprendió hadices proféticos, jurisprudencia islámica, matemáticas, astronomía y las habilidades necesarias para la guerra. También aprendió árabe, persa, latín y griego. Acompañó a su padre en sus batallas y conquistas.
Su padre lo nombró gobernador de una pequeña provincia para que tuviera entrenamiento práctico sobre administración de los asuntos de Estado bajo la supervisión de uno de los eruditos más destacados de la época. Esto marcó al carácter del joven príncipe y su personalidad absorbió los modales y la moral del Islam.
El Shaij Aga Shamseddín, uno de los eruditos que supervisó la educación de Muhammad Al Fátih, se las arregló para inculcar en su corazón el espíritu de la lucha interior y la guerra solo por causas justas, además del deseo de superación constante. El Shaij también le dijo a Muhammad Al Fátih que él podía ser aquel líder al que hacía referencia el hadiz profético citado antes. Todo esto formó el carácter de Muhammad Al Fátih, que Al-lah esté complacido con él, de modo que se comprometió con el yihad (esfuerzo contra la opresión interior y exterior), ambicionaba superarse, adquirió una refinada cultura y profundizó mucho en las artes marciales.
Su ascensión al trono y sus esfuerzos por cumplir con las albricias de la profecía
Después de la muerte de su padre, el sultán Murad II, el 5 de Muharram del año 852 H., Muhammad Al Fátih, que Al-lah esté complacido con él, asumió el poder y se convirtió en el sultán del Imperio Otomano. Era un hombre fuerte de solo veinte años, entusiasta y ambicioso. Pensaba constantemente en la conquista de Constantinopla, la capital del Imperio Bizantino. Este sueño lo obsesionaba tanto que pasaba temporadas enteras sin hablar de nada más que de la conquista de Constantinopla. Incluso les prohibía, a los que se sentaban con él hablar de otra cosa que no fuera tal conquista.
El primer paso para lograr su sueño fue tomar control del estrecho del Bósforo para prevenir que llegara cualquier ayuda o provisiones desde Europa a Constantinopla, así que construyó una gran fortaleza en la costa europea del estrecho del Bósforo. Participó personalmente, con sus oficiales de rango más alto, de la construcción de la fortificación, que después se conocería como “el castillo romano”. En la otra orilla del Bósforo se construyó otra fortificación llamada “el castillo de Anatolia”. De este modo se hizo imposible para cualquier barco cruzar el Bósforo sin permiso previo de los otomanos.
En esa época, un talentoso ingeniero construyó varios cañones para el sultán Muhammad Al Fátih, que Al-lah esté complacido con él. Uno de esos cañones era algo nunca visto hasta esas épocas: pesaba 700 toneladas y sus proyectiles pesaban 1.500 kilogramos.
El sonido de sus disparos se oía a gran distancia. Lo arrastraban cien mulas y además de cien hombres fuertes. Este cañón fue llamado “el cañón sultánico”.
La conquista de Constantinopla y las albricias se hicieron realidad
Después de completar sus preparativos, el sultán Muhammad Al Fátih, que Al-lah esté complacido con él, marchó hacia Constantinopla con un ejército de 265 mil soldados. Este ejército lo conformaban tropas de infantería y de caballería que marchaban con el apoyo de gigantescos cañones.
El ejército puso sitio a Constantinopla y los cañones otomanos empezaron a bombardear sus muros fortificados día y noche. De tiempo en tiempo, el Sultán sorprendía a los enemigos con un nuevo plan hasta que los defensores de la ciudad perdieron el control y sus fuerzas se desmoralizaron.
Al amanecer del martes 20 de Yumada I del 827 H. (el 29 de mayo del 1453 E.C.), las fuerzas otomanas lograron penetrar las murallas y desbandar a los defensores que se dieron a la fuga. La gente de Constantinopla fue sorprendida cuando vio las banderas otomanas ondeando en sus murallas y los soldados otomanos inundando las calles de la ciudad.
Después de que las fuerzas otomanas conquistaron la ciudad, el sultán Muhammad Al Fátih, que Al-lah esté complacido con él, entró en ella a caballo a la cabeza de una gran procesión de sus ministros y sus comandantes de ejército. Desde ese momento el sultán fue conocido como Muhammad Al Fátih (el Conquistador). Sus soldados gritaban: “¡Ma sha Al-lah! ¡Ma sha Al-lah! ¡Larga vida a nuestro sultán! ¡Larga vida a nuestro sultán!”.
La comitiva del sultán marchó hasta la iglesia de Hagya Sofia (en griego “Santa Sofía”), donde se había reunido la gente de Constantinopla. Cuando supieron que el sultán llegó, se inclinaron y se prosternaron mientras se lamentaban y lloraban porque temían por sus vidas y estaban ansiosos por saber qué haría el sultán con ellos.
Cuando el sultán llegó, desmontó y rezó dos rak’at agradeciendo a Al-lah por el éxito de su conquista. Luego se dirigió con las siguientes palabras a los ciudadanos que se lamentaban y se postraban llorando: “¡De pie! Soy el sultán Muhammad, y me gustaría decirles a ustedes, a sus hermanos y a toda la gente que sus vidas y libertades están garantizadas”.
El sultán ordenó que se rezara en la iglesia de Santa Sofía y por primera vez se oyó el llamado del Adhán en tal lugar, que hasta hoy es conocido como la mezquita de Aya Sofia. También decidió que Constantinopla sea la capital de su estado, y la misma recibió el nombre Estambul.
El sultán fue tolerante y misericordioso con los habitantes de la ciudad, actuando en concordancia con los principios islámicos. Ordenó a sus soldados tratar a los prisioneros de guerra en buena manera. El sultán mismo pagó de sus propios recursos el rescate de varios prisioneros de guerra y les permitió abandonar la ciudad que aún estaba bajo sitio para volver a sus hogares.
Consecuencias de la conquista de Constantinopla
Muhammad Al Fátih, que Al-lah esté complacido con él, obtuvo esta gran victoria cuando tenía 23 años. Esto indicaba su precoz genio militar. También se hizo merecedor de las albricias del Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, que predijo que una buena persona conquistaría Constantinopla.
Posteriormente, Muhammad Al Fátih, que Al-lah esté complacido con él, se dirigió a Los Balcanes para continuar con sus conquistas allí. Logró consolidar la conquista de Serbia, Grecia, Rumania, Albania y Bosnia. También realizó planes para la conquista de Roma para agregarla a la gloria de haber liberado a Constantinopla. Sin embargo, para lograr este último proyecto, necesitaba conquistar Italia. Preparó para tal misión una gran flota y logró desembarcar un gran número de tropas y sus cañones en la zona de Otranto, logrando capturar su castillo en Yumada I de 885 H. (julio de 1480 E.C.).
Decidió establecer en Otranto su base para las operaciones militares en el norte con el objetivo alcanzar Roma. Los europeos estaban aterrados de este intento y esperaban que Roma, la histórica ciudad, cayera en manos de Muhammad Al Fátih, que Al-lah esté complacido con él; sin embargo, él falleció súbitamente el 4 de Rabi I del 886 H. (3 de mayo de 1481 E.C.), mientras se preparaba para cumplir su sueño. Toda Europa se alegró cuando supieron de su muerte. El papa de Roma ordenó que se hicieran misas de agradecimiento en todas las iglesias como expresión de alegría y júbilo por la noticia.
Muhammad Al Fátih, que Al-lah esté complacido con él, como hombre de Estado y como precursor artístico y científico
Durante el reino de Muhammad Al Fátih, que Al-lah esté complacido con él, y como consecuencia de su sabio liderazgo y políticas bien planificadas, el Estado Otomano llegó a límites nunca alcanzados. Todos estos logros no fueron solo el esfuerzo de Muhammad Al Fátih, sino que con la asistencia de hombres leales logró establecer una constitución basada en el Corán y la Sunnah, y los otomanos se adhirieron a estos principios por lo menos por 400 años.
A pesar de ser un hombre muy ocupado, se las arregló para construir más de 300 mezquitas, 192 solo en Estambul. También construyó 57 colegios. Entre los monumentos arquitectónicos más famosos de su época están: la Mezquita del Sultán Muhammad, la Mezquita de Abu Ayub Al Ansari y el Palacio de Topkapi.
Muhammad Al Fátih, que Al-lah esté complacido con él, era conocido por su amor a la literatura, era un buen poeta y un lector frecuente. Gustaba de la compañía de los eruditos y los poetas e hizo de algunos de ellos sus ministros. Cuando oía de algún erudito destacado en algún campo, lo ayudaba o le pedía que fuera a Estambul para beneficiarse de su conocimiento.
La personalidad de Muhammad Al Fátih
Muhammad Al Fátih, que Al-lah esté complacido con él, era un musulmán practicante que se regía por las reglas de la jurisprudencia islámica. La educación que recibió en su infancia lo llevó a ser una persona piadosa. Su comportamiento en el campo de la guerra era civilizado y noble, algo muy raro en la Europa medieval.
Por la ambición que le inculcaron sus maestros, que lo animaron a ser el conquistador de Constantinopla, logró que la conquista de la ciudad fuera el mayor de su logros.
Muhammad Al Fátih, que Al-lah esté complacido con él, logró hacer realidad sus sueños por medio del trabajo duro y continuo y la planificación organizada. Por ejemplo, antes de sitiar Constantinopla se preparó bien para la guerra fabricando cañones especiales, preparando su flota y usando todos los medios que le facilitaran la victoria.
A través de la ambición, la determinación y el esfuerzo por cumplir con sus objetivos logró materializar sus sueños, convertir sus esperanzas en realidades logrando ser uno de los grandes conquistadores y héroes del Islam.