El Nafs (el yo, la psique, el ser, el alma, la conciencia, el ego) que Al-lah ha depositado en cada uno de nosotros tiene varias características que llegan a ser contradictorias entre sí, por ello es una obligación para cada musulmán buscar cultivar en él toda virtud y dejar de lado aquellas que lo llevan a la bajeza, dentro de estas características tenemos:
1. La dualidad:
Con la dualidad nos referimos a la capacidad que tiene cada quien de escoger entre hacer el bien o el mal, dijo Al-lah: {[…] por el alma y su armonía, [Dios] le enseñó [al ser humano] a distinguir entre el pecado y la conciencia de Dios. ¡Será bienaventurado quien purifique su alma [apartándola de los pecados], pero será un desventurado quien la abandone a sus pasiones!} [Corán 91:7-10]. Al-lah declara en estos versos que Él dispuso en el Nafs de cada persona la capacidad de escoger entre el bien y el mal, decretó que cada uno de nosotros es responsable de sus actos y, por lo tanto, seremos juzgados el Día del Juicio con base en nuestras acciones y por el esfuerzo que hayamos realizado para contener nuestro Nafs.
De lo anterior logramos entender que quien se afana por hacer un cambio positivo en su ser, en su Nafs, es un individuo que busca purificarlo, mientras que quien es negligente lo contamina, por ello dijo Al-lah: {[…] todo mal que te aflija es consecuencia de tus propias obras} [Corán 4:79], esto porque al escoger o tomar una decisión que nos aleja del buen camino, nos acaece el mal. La dualidad es algo natural y propio del Nafs del ser humano.
2. La responsabilidad:
Dijo Al-lah: {Dios no exige a nadie por encima de sus posibilidades} [Corán 2:286]. Cuando Al-lah decretó la dualidad en el Nafs −es decir la capacidad de escoger entre el bien y el mal−, dictó al mismo tiempo que le facilitaría a la persona los medios para lograr alcanzar lo que su Nafs elija. Además, el ser humano solo es juzgado por lo que hace y no por las cosas que piensa o que su Nafs le pide y le insinúa, dijo Al-lah: {Lo que manifiesten en público y lo que oculten en privado, Dios les pedirá cuenta por ello} [Corán 2:284].
3. La subyugación:
El Nafs de cada uno de nosotros busca ser complacido, por lo que trata de subyugarnos a sus deseos por medio de engaños, haciéndonos ver que pecar no es grave y al mismo tiempo hace que nos olvidemos de las consecuencias del mal proceder. Al-lah nos recuerda esto en la historia de los hijos de Adán, Caín y Abel, dijo: {Pero su ego lo llevó [a Caín] a matar a su hermano, por lo que se arruinó a sí mismo} [Corán 5:30]. El Imam Al Qurtubi explicando este verso dijo: “Su Nafs le hizo ver que matar a su hermano era algo leve, que era fácil y que no tendría consecuencias, y por eso lo hizo”.
4. Embellecer las malas acciones:
El Nafs embellece las malas acciones queriendo engañar a la persona, haciéndole ver lo malo como bueno y lo contrario también; dijo Al-lah: {Dijo [Moisés]: “Y tú, samaritano, ¿qué has hecho?”. Dijo: “Vi algo que ellos no pudieron ver. Entonces tomé un puñado de tierra de las huellas que dejó el mensajero y lo arrojé [sobre las joyas cuando se fundían]. Así me lo sugirió mi alma”} [Corán 20:95-96]; y dijo sobre Jacob cuando sus hijos le dijeron que a José se lo había comido el lobo: {Dijo [Jacob]: “Lo que ha sucedido no es como me lo cuentan, sino que es una falsedad que inventaron. Me resignaré pacientemente} [Corán 12:18].
5. El susurro:
El susurro es aquella vocecita que solo nosotros escuchamos en nuestro interior. Lo que nuestro ser nos susurra puede ser bueno, pero también puede ser malo, y es aquí donde los frutos del esfuerzo que la persona dedique a purificar su Nafs se reflejan, pues solo aquellos que buscan elevar su alma podrán negarse a responder cuando su ego les susurre el mal.