Ciertamente, al siervo sincero de Al-lah le gusta cumplir con lo que Él Ha Ordenado y Establecido como forma de adoración, por lo que a los ojos del creyente esta responsabilidad que se le ha encomendado es vista como un honor y una forma de dignificar su ser. Por esta razón, cuando el musulmán es consciente de que la adoración a Al-lah lo enaltece, logra saborear la dulzura de la fe. Que Al-lah Tenga en Su misericordia a Al Hasan Al Basri, quien dijo: “Si los reyes y sus hijos supieran del placer en el que vivimos –por adorar a Al-lah– nos torturarían a fin de quitarnos este goce”.
La misericordia y bondad de Al-lah es tan grande, que a lo largo del año Ha Instituido y Ha Abierto periodos en los que la recompensa por las buenas acciones se incrementa y, además, Ayuda a Sus siervos para que puedan hacer muchas obras de bien. Para nadie es un secreto que el más importante de estos tiempos a los que hacemos referencia es el mes sagrado de Ramadán. Motivo por el cual el verdadero creyente Le suplica con todo su corazón, antes de que el mes llegue, que le Dé vida para vivir y gozar de todos sus beneficios y virtudes; con fervor y temor reverencial eleva sus manos hacia el cielo y dice: “¡Oh, Al-lah, Dame vida hasta el próximo Ramadán!”. Sus ganas de cumplir con el ayuno y hacer todo tipo de acciones de bien que estén a su alcance es comparable con el deseo que tiene el viajero de regresar pronto a los suyos o el enamorado de estar con su amor cuando está lejos de él (lógicamente nos referimos a los cónyuges), y no alejarse más de su lado. Cuando el siervo sincero de Al-lah cumple con su deber en Ramadán a conciencia, se descubre para él todas las bendiciones y virtudes de este glorioso mes, por eso desea con todas las fuerzas de su alma que este tiempo sea todo el año. Se relató que el Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alaihi wa sallam, dijo: “Si mi Ummah (gente, nación) fueran conscientes de los beneficios que hay en Ramadán para ellos, desearían que todo el año fuera Ramadán”.
Todo musulmán sabe, porque se lo han enseñado o lo ha escuchado, que Ramadán es el mes de la misericordia, el perdón, la liberación del castigo del Infierno, de la paciencia, y que en él los demonios son encadenados y encerrados en el Infierno y que las puertas del Paraíso son abiertas; y que quien no lo aprovecha será de los que se decepcionarán en el más allá y lo habrán perdido todo. El Ángel Gabriel, la paz sea con él, al relatarle las siguientes palabras al Profeta Muhammad, sallallahu ‘alaihi wa sallam, le pidió que dijera Amin: “Que en el más allá se decepcione y pierda todo aquél que presenció Ramadán y no le fueron perdonadas sus faltas, di Amin”.
Cada uno de nosotros debe tener siempre presente que muchos de los que el año pasado ayunaron, hoy en día se encuentran en las tumbas esperando el encuentro con Al-lah. Así que, ya que tenemos esta gran oportunidad, debemos pensar que posiblemente sea el último Ramadán que vivamos, por lo cual debemos reflexionar sobre nuestras acciones en este mes, reponer el tiempo que hayamos perdido e incrementar las acciones, esforzándonos al máximo por aprovechar lo mucho o poco que falte para que se termine. Si en el pasado, en otros Ramadanes, dejamos de hacer algo, este año tratemos de no cometer el mismo error. Antes que comience debemos liberarnos de todas las faltas por medio del arrepentimiento sincero y la continuidad en las obras de bien; y que no nos pase como a muchos, o incluso a nosotros mismos, que en los meses del ayuno pasados deseábamos hacer muchas cosas, como leer el Corán por completo varias veces o hacer oraciones nocturnas todas las noches de Ramadán, pero al final ni leímos el Corán ni velamos durante una sola noches. Esto sucede porque, como menciona el Shaij Muhammad Ibrahim Al Hamad: “Algunas personas saben de las virtudes y los beneficios a los que serán acreedores si cumplen con lo que se proponen, pero lastimosamente no hay voluntad ni esfuerzo por obrar. Se limitan a desear y soñar nada más”. Dice Al-lah (lo que se interpreta en español): {No será según lo anheléis, ni lo que anhele la Gente del Libro. Quien haya obrado mal será castigado por ello y no encontrará fuera de Al-lah ningún protector ni salvador.} [Corán 4: 123]
La salvación no se alcanza solo con el deseo de ser salvo, sino con fe sincera que se expresa en acciones. ¡Cómo te extrañamos Ramadán! Oh, Al-lah, Permítenos presenciar otro Ramadán y Ayúdanos para que logremos alcanzar Tu misericordia, perdón y liberación del fuego infernal.