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Mario Élneser, Venezuela - I

Mario Elneser, Venezuela - I

 

Por: Mario José Elneser Migliore (JALIL ABUWISSAM ELNESER)
  
Todas las Alabanzas son para Al-lah, Clementísimo, Misericordiosísimo. Que la paz y las bendiciones de Al-lah desciendan sobre el Profeta Muhammad, sallallahu ‘alayhi wa sallam, su familia y sus compañeros.
            Este es un breve relato de cómo me convertí al Islam, la única religión y verdadera creencia en Al-lah, como único ser Omnipotente, Creador de todo en absoluto.
            Mi vida pasada, se podría decir, era muy común y corriente, acorde con el estilo de vida que se lleva en las grandes ciudades sub-desarrolladas. Practicaba deporte en las playas de la isla de Margarita (surfing), me reunía siempre con mis amigos a compartir un cigarrillo de marihuana, algo que nos parecía de lo más normal y creíamos que todo el mundo se la pasaba fumando como nosotros. Era un peleador callejero cualquiera, si alguien me miraba tres segundos era motivo para romperle la cara. En las noches siempre andaba de bar en bar, discotecas, música, mucho alcohol y mujeres de la vida alegre por doquier. Me estaba hundiendo en el fango mal oliente de la vida fácil; la verdad, nada provechoso. Cuando tenía 15 años de edad, conocí lo que era la marihuana, y desde ese entonces no dejé de fumarla. Después de 2 años, se nos presentó en el grupo de amigos otra forma nueva de “ver la vida”: la cocaína; y en los siguientes tres años vi cómo mi grupo de amigos se fulminaba, nos estábamos quemando en vida. Un amigo muy querido intentó suicidarse en medio de una crisis de intoxicación con cocaína; sobrevivió, pero después de eso nunca mas fue normal, créanme, no es nada fácil mirarle y hablar con él. Una amiga fue violada por casi 35 hombres drogados en una de las famosas fiestas reef, quedó contagiada de SIDA y murió en el año 2006. Otro amigo fue asesinado por el vendedor de drogas, por una disputa de 5 centavos…eso le costo la vida…5 centavos. Pero eso era “de lo más normal” según nosotros.
            Cuando me di cuenta de dónde estaba metido y quise salir, estaba viviendo con una muchacha de 18 años de edad y ella estaba esperando un bebe mío. Al-lah, alabado sea, me dio una madre ejemplar; hoy en día estoy muy arrepentido por esa etapa que la hice vivir; de verdad mi madre tiene un corazón enorme y mucha paciencia, que Al-lah la recompense con el Paraíso.
Vengo de una familia católica apostólica y romana, cristiana practicante; bueno, eso me decía mi mamá. La verdad es que nunca llegué a entender mucho sobre todos esos títulos otorgados por la iglesia. Siempre me interesé por el conocimiento, me gustaba leer mucho e investigar sobre temas místicos. Siempre tenía la inquietud en el corazón de que algo andaba mal, que no estaba en el camino correcto, en todos los aspectos de mi vida. El párroco de mi comunidad, nos decía que teníamos que portarnos bien con las personas, para que Dios nos perdonara los pecados; claro, eso me lo decía en una fiesta de bautizo después de tomarse tres wiskies y con el cuarto en la mano. Luego, cuando se despedía, nos decía que nos esperaba en la iglesia para que nos confesáramos y así limpiar nuestros pecados. ¡Qué tal! Sólo tenía que contarle al cura todo lo que hacía, él me mandaba a rezar unas avemarías y unos padrenuestros y listo, problema resuelto, ya no tenía más pecados por los que temer, era un hombre nuevo después de eso. En lo que a mí respecta, esta es una forma eclesiástica de chismorrear las cosas ajenas, sin ánimo de ofender claro, pero eso pienso.
A los 19 años conocí a un hombre; según él, conocía la verdad de todo, y dijo que él me lo podía enseñar con mucho gusto y yo accedí. Entonces me convertí a la Santería, porque, según él, podía hablar con Dios y otros santos también que me podrían ayudar a resolver mi vida y me ayudarían a salir de el mal camino en el que andaba. Hablé con mi mamá y le dije que ya no era católico, que era santero; pobre de mi madre, le dio un patatús, casi se me muere de un infarto. Pero bueno, decidido yo seguí adelante. Dure sólo 5 meses como santero.

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