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Él alarde y la presunción, un gran mal de nuestros tiempos (parte 1 de 2)

El alarde y la presunción, un gran mal de nuestros tiempos (parte 1 de 2)

En estos tiempos en que las redes sociales se han convertido en parte de nuestras vidas, es muy fácil cometer ciertos “deslices” que consideramos inofensivos, “pequeños” actos que subestimamos creyendo que no tendrán ningún impacto en nuestra espiritualidad, pero que en realidad conllevan un gran mal y no solo afectan a quien los comete, sino que tienen un efecto en cadena, como una onda expansiva o como un virus que se va transmitiendo de persona a persona, porque siempre habrá quienes sigan nuestro ejemplo, bueno o malo, y nos imiten. Por eso debemos tener mucho cuidado con lo que hacemos, porque si alguien nos imita en algo malo que hacemos, no solo cargaremos con la culpa de nuestra mala acción, sino también con parte de la culpa de quien nos imitó en esa mala acción. De igual manera, si alguien nos imita en una buena acción, no solo ganaremos la recompensa por nuestra buena acción sino también por la buena acción de quien nos imitó y siguió nuestro buen ejemplo.
Uno de esos “pequeños” y aparentemente inofensivos actos, y que lastimosamente está muy difundido en nuestra Ummah, es la presunción, el hacer alarde de lo que tenemos o, peor aún, de lo que no tenemos, presumir las bendiciones de las que disfrutáramos como si las mereciéramos, olvidándonos de que es solo por la misericordia de Al-lah que las tenemos.
Se reportó que dijo el Profeta Muhammad, que la paz y las bendiciones de Dios sean con él: “Garantizo que tendrá una casa en una parte del Paraíso quien deje de presumir, aunque fuera verdad aquello de lo que presume […]” (Abu Dawud).
Hace un tiempo leí en Facebook una frase que decía: “Bienvenidos a Facebook, donde todo el mundo presume vivir bien y estar perdidamente enamorados de sus parejas…”. Y esto no se limita solo a esta red social, por supuesto, el mismo patrón se repite en todas: todo se trata de mostrar a los demás lo felices que somos, lo bien que la pasamos, lo bien que comemos, etc.… Y es que se siente una satisfacción especial cuando vemos un like en una foto que subimos de la sabrosa comida que nos sirvieron en el restaurante, del diploma de honor que se ganó mi hijo o de lo que fuera; y si esos likes aumentan, la satisfacción también, por supuesto… pero cuando los likes paran, sentimos la necesidad de volver a experimentar ese sentimiento de aceptación y validación de los demás, se convierte en una especie de adicción, como una droga para nuestro ego, los likes nos hacen sentir bien, nos hacen sentir admirados, apreciados, privilegiados… y eso nos gusta, es natural. Y así, sin percatarnos, la presunción se va convirtiendo en un hábito de nuestra vida diaria, vamos mejorando nuestra técnica, ¡y hasta nos volvemos competitivos en el asunto!
Los efectos negativos de alardear y presumir
1. El Sheij Ibn Baz, que Al-lah lo tenga en Su misericordia, dijo que presumir es un acto de idolatría (shirk) y no es permisible; si la presunción está al nivel del shirk, entonces no podemos considerarlo algo sin importancia. Dijo el Profeta Muhammad, que la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él: “Había un hombre que caminaba arrogantemente con su manto y complacido consigo mismo. Entonces Al-lah lo hundió en la tierra y lo seguirá hundiendo hasta que llegue el Día de la Resurrección”.
2. Es un mal ejemplo para los musulmanes nuevos o aquellos que no poseen el conocimiento suficiente como para darse cuenta de que esto es un mal hábito. Como se mencionó al principio, la presunción podría acarrearnos grandes dificultades cuando nos toque rendir cuentas ante Al-lah el Día del Juicio Final, ya que tendremos que cargar con parte de la culpa de quien o quienes nos imitaron en esta costumbre. Que Al-lah nos libre de ese mal.
3. El gusto por la presunción nos puede hacer perder la empatía. Caí en cuenta de esto un día que vi las fotos de una de mis contactos donde mostraba orgullosa unas joyas que su esposo le acababa de regalar y otra que muy satisfecha mostraba las fotos de la deliciosa y abundante comida que tuvo para cenar; mientras que otra de mis contactos escribió un post contando que su pequeño hijo necesitaba lentes y no tenía dinero para comprárselos, y una más me escribía en privado contándome que su esposo estaba enfermo, sin trabajo y su hija también estaba enferma y no tenían dinero para comprar las medicinas. Las ansias por exhibir ante los demás nuestra felicidad −y por recibir likes− nos impiden detenernos a pensar que entre quienes nos observan puede haber alguien sufriendo porque carece de eso de lo que nosotros estamos disfrutamos −ya sea dinero, comida o un buen matrimonio−, y que podríamos estar provocando sentimientos de tristeza, impotencia y amargura.

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