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Él afecto divino: Sentir el amor de Al Wadud (parte 3 de 4)

El afecto divino: Sentir el amor de Al Wadud (parte 3 de 4)

El amor de los creyentes por Al-lah
Ya que el amor de Al-lah por los creyentes está ilustrado en el Corán y la Sunna, es deber de ellos corresponderlo de igual forma. Las buenas acciones que Al-lah permite realizar a quienes ama son las mismas con las cuales ellos Le muestran que Lo aman. La marca que distingue el amor de un monoteísta por Al-lah, en oposición a un idólatra, es su consistencia con principios.
Al-lah dice: {Existen personas que toman en lugar de Dios a otros que consideran iguales [a Dios], y los aman como solo debe amarse a Dios; pero los creyentes aman más a Dios [de lo que estos aman a sus divinidades]} [Corán, 2:165].
De acuerdo con As-Suiuti, esto ocurre porque “los creyentes no se alejan de Él en ninguna circunstancia, mientras que los incrédulos solo retornan a Al-lah en tiempos de dificultad”. En otras palabras, los idólatras comparten su amor por sus ídolos y solo muestran a Al-lah el afecto que Él merece cuando están en peligro, como en una tormenta en el mar. Por el contrario, los creyentes son constantes en su amor por Al-lah a través de los actos de obediencia, adoración y buenas acciones, ya sea en tiempos de facilidad o dificultad. Como el Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, solía decir: “Toda alabanza es para Al-lah en todo momento” (Ibn Maya). De hecho, el Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, nos dijo: “Nadie ama ser adorado más que Al-lah” (Al Bujari). Es por eso que debemos hacer que alabarlo sea un hábito en todo momento.
Al Gazali incluye el amor del creyente por Al-lah en las “virtudes salvadoras” (munyiat) que pueden llevar a uno al Paraíso. En su opinión, Al-lah debe ser el único objeto verdadero de amor del creyente o, en realidad, Al-lah es la fuente de todo amor: “Solo Al-lah merece amor. Aquel que ama algo aparte de Él y no en virtud de su relación con Él, eso es por ignorancia y deficiencia en su conocimiento del Altísimo. El amor por el Mensajero de Al-lah, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, es digno de elogio, ya que procede del amor por Al-lah, Exaltado sea. De la misma forma se desprende el amor por los sabios y la gente de bien, ya que aquellos amados por el Amado deberían ser amados… Nadie es amado en realidad por aquellos con raciocinio excepto Al-lah, Altísimo. Nadie merece amor excepto Él”.
Todo amor que sentimos por una persona, objeto o idea en este mundo debe estar relacionado con nuestro amor por Al-lah. Amamos a los creyentes y a la gente de bien porque sabemos que Al-lah los ama en general. Amamos a nuestros padres no solo porque Al-lah lo ha hecho natural, sino también porque Él nos ha ordenado mantener los lazos familiares. Incluso si ellos pelearan contra nuestra fe, aún tenemos obligación de “acompañarlos con buena conducta” [Corán 31:15]. De esta forma todo lo que amamos es a raíz de nuestro amor original por Al-lah. El ejemplo más claro de esto es nuestro amor obligatorio por el Mensajero de Al-lah y, de hecho, por todos los profetas. Él dijo: “Ninguno de ustedes tiene fe hasta que yo sea más amado para él que sus hijos, su padre y toda la gente” (Al Bujari). Esto incluye amar a sus compañeros, pues dijo: “Nadie ama a los Ansar más que el creyente, y nadie los odia más que el hipócrita. A aquel que los ama, Al-lah lo amará; y al que los odia, Al-lah lo odiará” (Al Bujari). Más allá de nuestro amor por las cosas de este mundo, nuestra relación con el Mensajero de Al-lah y sus compañeros es la más importante porque nuestra guía y salvación dependen de ello. Si nuestra familia y amigos contradicen las enseñanzas del Islam, se nos llama a seguir los principios de nuestra religión y no a ellos.
Nuevamente, el amor por el Mensajero de Al-lah, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, no es un mero sentimiento, requiere de acción. En una ocasión Omar le dijo al Profeta: “Oh, Mensajero de Al-lah, tú eres más amado para mí que todo excepto yo”. El Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, dijo: “No, por Aquel en Cuyas manos está mi alma, hasta que yo sea más amado que tú mismo”. Omar dijo, “Ciertamente, juro por Al-lah que ahora eres más amado por mí que yo mismo”. El Profeta respondió: “Ahora (estás en lo correcto), oh, Omar” (Al Bujari).
Omar no cambió instantáneamente sus sentimientos luego de que el Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, le dijera eso; en realidad, tuvo la determinación de cambiar su intención. En ese momento juró dar preferencia a su amor por el Mensajero sobre cualquier otro, incluido él mismo.

Ibn Al Qaiem, quien era hábil para hacer listas concisas, mencionó las principales diez formas de lograr el amor de Al-lah (Madariy As-Salikin):
1. Recitar el Corán, reflexionar sobre él y comprender sus significados.
2. Realizar buenos actos voluntarios, adicionales a las obligaciones religiosas.
3. Recordar a Al-lah constantemente en toda situación a través de palabras, el corazón y las acciones.
4. Dar prioridad al amor por Al-lah sobre nuestros caprichos y deseos.
5. Estudiar los nombres y atributos de Al-lah, dar testimonio de ellos y reconocerlos.
6. Dar testimonio de Su benevolencia, Su buen trato y Sus bendiciones, sean aparentes u ocultas.
7. Presentar nuestro “corazón roto” ante Al-lah (es decir, ser humildes ante Él).
8. Buscar la reclusión y la conversación privada con Al-lah en la adoración.
9. Estar en compañía de creyentes piadosos a quien Al-lah ama, y beneficiarnos de sus palabras.
10. Mantenernos alejados de todo aquello que pueda interferir entre nuestro corazón y Al-lah, Glorificado sea.
Ibn Al Qaiem concluyó la lista con lo siguiente: “De estos diez elementos se concluye que aquellos que muestran amor por Al-lah llegan a la estación (espiritual) del verdadero amor y estarán entre los amados. La base de todo esto está en dos asuntos: preparar el alma y abrir los ojos de la reflexión”. Un amor de esta naturaleza es un acto deliberado e intencional, no solo un sentimiento que encendemos y apagamos como una máquina. El amor auténtico por Al-lah requiere de preparación, estudio, esfuerzo, aprender de la sabiduría de nuestra herencia, y activar nuevos niveles de percepción deducidos de atravesar el viaje religioso con sinceridad.
Habiendo dicho esto, el amor como intención de hacer el bien es encomiable en sí mismo, inclusive si uno no pudiera realizar todas las acciones en esta lista. Abu Dharr una vez dijo: “Oh, Mensajero de Al-lah, un hombre ama a una gente pero no puede hacer buenos actos como ellos”. El Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, respondió: “Oh, Abu Dharr, estarás con aquellos a quienes amas”. Abu Dharr dijo: “Amo a Al-lah y a Su Mensajero”. El Profeta dijo: “Ciertamente, estarás con aquellos a quienes amas” (Abu Dawud). Entonces, a pesar de que algunos pueden tener dificultades para realizar buenas acciones por amor a Al-lah, ya sea por enfermedad o debilidad o cualquier otra razón, el deseo en sus corazones de acercarse a Al-lah por medio de ellas puede ser suficiente para unirlos con los piadosos en el Más Allá. Al mismo tiempo, debemos ser cautelosos con dónde enfocamos nuestro afecto porque lo que amamos en esta vida estará con nosotros en la próxima.
El Amor de los creyentes por la creación de Al-lah
Dado que Al-lah ama el bien para Su creación en general, los creyentes deben reflejar ese sentimiento en su interacción con Sus criaturas. De esa forma pueden hacer que esa cualidad divina brille a través de ellos en su comportamiento con los demás, una práctica conocida como “adoptar características de los nombres de Al-lah” (al-tajal-luq bi asma’ Al-lah). Al Gazali explicó la implicaciones de Al Wadud en nuestra conducta: “La bondad entre los siervos de Al-lah implica desear para Sus criaturas lo que uno desea para sí mismo, y el mayor grado de eso es preferirlas por sobre uno mismo. Es como si uno dijera: ‘Quisiera ser un puente sobre el Fuego del Infierno para que la creación pudiera cruzar encima de mí y no ser dañada por él’. La perfección de esto es que el enojo, las malas intenciones y aquel daño que uno sufra no le impedirá el altruismo y el comportamiento excelente” (Al Maqsad Al Asna fi Sharh Asma’ Al-lah Al Husna).
Al Baidawi concuerda en su explicación de “el Afectuoso”: “La parte del siervo es que desea para la creación de Al-lah Todopoderoso lo que desea para sí mismo, no que desea para la creación lo que no desea para sí mismo. Por el contrario, uno debe mostrar amabilidad hacia la gente y visitarlos de la forma legislada” (Sharh Asma’ Al-lah Al Husna). Si un siervo de Al-lah realmente Lo ama, entonces él o ella deben amar a aquellos a quienes creen en Al-lah y desear la guía para los que no lo hacen. El nivel más alto, de acuerdo con Al Gazali, es soportar daño de parte de los incrédulos y al mismo tiempo demostrar intenciones altruistas (al izar) y benevolencia (al ihsan). Esto se puede resumir como la ética de la reciprocidad: trata a los demás como te gustaría que te traten.
El Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, dijo: “Ninguno de ustedes tiene fe hasta que ame para su hermano lo que ama para sí mismo” (Al Bujari).
Parte de la perfección de la fe es mostrar buenas intenciones a la gente y amar aquello que las beneficie en esta vida y en la otra. El término “hermano” de acuerdo con este hadiz, interpretado en combinación con otras variantes, ha sido entendido como una hermandad de la humanidad; todos los seres humanos son hijos de Adán y son, por lo tanto, “hermanos” y “hermanas”. La versión del hadiz en Sahih Muslim dice: “… hasta que ame para su hermano –o dijo su vecino– lo que ama para sí mismo”. Y la versión de Ibn Hibban reza: “… hasta que ame para la gente…”. Basado en esta evidencia, An-Nawawi expandió el significado de hermandad para incluir a los no musulmanes: “En primer lugar, se interpreta que este [hadiz] habla de una hermandad general, que incluye al incrédulo y al musulmán. De esta forma, ama para su hermano –el incrédulo– lo que ama para sí mismo, es decir, entrar al Islam; como amaría para su hermano musulmán que siempre permanezca en la religión. Por este motivo se recomienda suplicar por la guía del incrédulo” (Kitab Al Arba’in An-Nawawia wa Sharhuh).
La misma interpretación más amplia de la hermandad de An-Nawawi fue repetida casi palabra por palabra por Ibn Al-lan, la cual él atribuye a Ibn ‘Imad Al Aqfahsi (Al Falihinli-turuq Riyad As-Salihin). Ibn Hayar Al Haizami también concordó con ellos: “Es evidente que la expresión ‘hermano’ aquí es utilizada en sentido general, ya que es apropiado para todo musulmán amar el Islam para los incrédulos y todo lo bueno que surge de él”. Además, al comentar sobre la palabra “vecino” como figura en la versión del Sahih Muslim, As-San’ani concluye: “El relato del vecino es general para el musulmán, el incrédulo y el pecador, el amigo y el enemigo, el pariente y el extraño, el vecino cercano y el lejano. Aquel que actúe de esa forma con respecto a los atributos obligatorios de amor para sí mismo estará en los más altos niveles”.
Por lo tanto, los creyentes deben desear para los demás lo que desean para sí mismos, sean musulmanes o no. Si son musulmanes, desearán que permanezcan en el Islam y mejoren en él. Si no lo son, desearán que sean guiados al Islam. Incluso si fueran enemigos, los creyentes deben desear para ellos que dejen el pecado y se arrepientan.

En el mismo espíritu de misericordia para la creación, los creyentes aman el bien para los animales y todas las criaturas. El Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, relató la historia de un hombre que tenía una sed intensa mientras caminaba en su viaje. Cuando encontró un pozo de agua bajó y bebió de él. Luego salió y vio un perro que jadeaba con su lengua y lamía el piso desesperado por la sed. El hombre dijo: “Este perro sufre de sed como yo sufrí”. Bajó al pozo nuevamente, llenó su zapato con agua, y lo sostuvo en su boca mientras subía, luego le dio de beber al perro. Dios apreció esa acción y lo perdonó. En ese punto, los compañeros dijeron: “Oh, Mensajero de Al-lah, ¿acaso tendremos recompensa por las bestias?”. El Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, dijo: “En cada ser vivo hay recompensa” (Al Bujari). El hombre fue perdonado por Al-lah por haber tenido misericordia con un perro perdido, aplicó la ética de la reciprocidad con el animal, ¡tratándolo como él querría que lo trataran! Ibn Al Qaiem nos hace reflexionar sobre la conclusión lógica: “Si Al-lah, Glorificado sea, perdonó a alguien que le dio agua a un perro que moría de sed extrema, ¿qué hay de aquel que alivia la sed, satisface el hambre y viste a los necesitados entre los musulmanes?”.

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