El amor de los creyentes entre sí
La culminación de este espíritu es la hermandad de la fe, el amor mutuo entre los creyentes como hermanos y hermanas en el Islam. Al mismo tiempo que los creyentes desean el bien para toda la gente, se reservan un amor especial para aquellos con los que están unidos por la fe. Los creyentes corresponden el amor de los demás dentro del contexto de sus preceptos religiosos, a diferencia de los incrédulos que puede que no correspondan su amor o que esté condicionado al beneficio que puedan obtener en este mundo en vez de en el Más Allá. El Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, describió la unidad de los creyentes como si fueran un solo cuerpo cuyas partes se apoyan entre sí; dijo: “Los creyentes en su afecto, misericordia y compasión mutuos se asemejan a un cuerpo. Cuando una parte siente dolor, todo el cuerpo reacciona con insomnio y fiebre” (Al Bujari).
En otro relato, el Mensajero de Al-lah, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, dijo: “Los musulmanes son como una sola persona. Si el ojo tiene una aflicción, todo el resto del cuerpo siente dolor. Si la cabeza es afectada, lo mismo le pasa al resto del cuerpo” (Muslim). Lo que se infiere de esto es que los creyentes desean para los demás lo que desean para sí mismos. El antiguo sabio Al Halimi comentó sobre esto: “Es correcto que sean así. Así como una mano no amaría sino lo que la otra ama, y un ojo o una pierna o una oreja no amaría sino lo que la otra ama. Del mismo modo, no debe amar para su hermano musulmán sino lo que ama para sí mismo” (Shu’ab Al Iman).
El siervo más amado por Al-lah es el que más ama al resto de los creyentes, tal como dijo el Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él: “No ocurre que dos personas se amen por Al-lah sin que la mejor de las dos sea la que tiene más afecto por su compañero” (Ibn Hibban). Al amarnos por Al-lah nos acercamos a Él y a la otra persona al mismo tiempo.
El poder unificador del Islam debería inspirar amor entre los creyentes, independientemente de dónde vivan o cuál sea su etnia. ‘Ali Ibn Abi Talib solía decir: “Ciertamente los creyentes son gente con las mejores intenciones y amor por los demás, incluso si sus tierras o países son lejanos” (Tarij Madinat Dimashq). El verdadero amor trasciende fronteras nacionales y políticas, es lo que motiva a los musulmanes a preocuparse profundamente por lo que les pasa a otros creyentes en el mundo a pesar de no tener conexión familiar o étnica con ellos. Este tipo de amor altruista y sincero por Al-lah será muy recompensado en el Más Allá, al punto de que aquellos que se amaron por Al-lah serán admirados por los mismos profetas.
El Profeta Muhammad, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, dijo: “Ciertamente Al-lah dirá en el Día de la Resurrección: ‘¿Dónde están aquellos que se amaron por Mi Gloria? Hoy les daré refugio en Mi sombra, en un día en el cual no hay sombra más que la Mía’” (Muslim).
Y también dijo: “Al-lah, Todopoderoso, dice: ‘Aquellos que se aman por Mi Gloria estarán en púlpitos de luz, admirados por los profetas y los mártires” (At-Tirmidhi).
Y dijo: “Al-lah, Glorificado sea, dijo: ‘Mi amor es un derecho para aquellos que se aman por Mi causa. Mi amor es un derecho para aquellos que se visitan por Mi causa. Mi amor es un derecho para aquellos que se sientan juntos por Mi causa. Mi amor es un derecho para aquellos que se relacionan por Mi causa’” (Musnad Ahmad).
Omar Ibn Al Jattab oyó en una ocasión al Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, decir: “Sin duda entre los siervos de Al-lah hay gente que no son ni profetas ni mártires, pero los profetas y mártires los admirarán en el Día de la Resurrección por su posición ante Al-lah Todopoderoso”. Los compañeros dijeron: “Oh, Mensajero de Al-lah, dinos quiénes son”. El Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, respondió: “Son aquellos que se aman por Al-lah a pesar de no compartir parentesco o riqueza. Por Al-lah, habrá luz en sus rostros y estarán sobre luz. No temerán cuando la gente tenga miedo y no se entristecerán cuando la gente se entristezca” (Abu Dawud).
De hecho, la recompensa para los creyentes que se aman no solo es en el Más Allá, sino en esta vida también. El Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, dijo: “Aquel que quiera sentir el sabor de la fe, que ame a alguien solo por Al-lah, Glorificado sea” (Musnad Ahmad). El amor entre ellos es solo un anticipo de la felicidad que experimentarán juntos en la próxima vida.
En resumen, los creyentes actúan de acuerdo con el nombre Al Wadud al desear el bien para todas las criaturas y como extensión del principio de misericordia para toda la creación. Tratan a la gente como quieren ser tratados, tal como les dicta su conciencia y enseñanzas islámicas. Los musulmanes desean que los incrédulos sean guiados al Islam, y desean que sus hermanos permanezcan firmes en la fe y mejoren en ella. Este amor general se aplica incluso a los enemigos del Islam, aunque no sería apropiado mostrarles afecto o calidez cuando cometen pecados mayores. El amor específico entre los creyentes se encuentra en la hermandad del Islam, la cual traspasa las fronteras familiares, étnicas, políticas y nacionales.
¿Odiar algo por Al-lah?
Al hablar sobre el amor de Al-lah, es importante aclarar su inverso: odiar algo por Él. Puede que muchos quieran evadir discutir un tema que, a primera vista, parece un concepto negativo y opuesto al amor de Al-lah. Sin embargo, bien entendido, el amor por Al-lah no puede existir sin el odio. Si alguien realmente ama a su Creador debe odiar el pecado y el mal, pero esto no implica odiar al pecador o querer dañarlo. Al-lah dice: {Dios les ha infundido el amor por la fe, embelleciéndola en sus corazones, y los hizo aborrecer la incredulidad, la corrupción y la desobediencia. ¡Esos son los bien guiados!} [Corán 49:7].
El enfoque de nuestro odio en este versículo se centra en los conceptos abstractos de la incredulidad y sus actos pecaminosos concretos, no en las personas. El creyente musulmán ama la fe y odia las acciones de incredulidad, de maldad y el pecado, pero sin albergar resentimiento hacia los incrédulos o los pecadores. El Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, dijo: “Lo mejor de la fe es amar por Al-lah, odiar por Al-lah, y hacer trabajar la lengua con el recuerdo de Al-lah”. Mu’adh Ibn Anas dijo: “¿Cómo es eso, oh, Mensajero de Al-lah?”. El Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, respondió: “Que desees para los demás lo que deseas para ti, y que odies para ellos lo que odias para ti, y que digas lo bueno o permanezcas en silencio” (Musnad Ahmad). El prominente erudito musulmán de la India, Muhammad Shams Al Haqq Al ‘Azimabadi, tomó las palabras del Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, cuando dijo que “odiar por Al-lah” es parte de la fe, y que esto significa “no dañar a la persona sino sentir odio por su incredulidad y desobediencia pecaminosa”. E Ibn Hayar Al ‘Asqalani cita a Shams Ad-Din Al Kirmani diciendo: “Es también parte de la fe odiar para nuestro hermano lo que aborrecemos para nosotros mismos” (Fath Al Bari bi-sharh Al Bujari). Por lo tanto, los creyentes odian que el mal caiga sobre las personas, así como les desean el bien. Es simplemente imposible amar el bien sin odiar el mal.
Hoy en día la gente usa el slogan “ama al pecador, odia el pecado”. Esto no es un nuevo concepto en absoluto, sino algo que los primeros musulmanes comprendían. Ibrahim Ibn Ad’ham, que Al-lah lo tenga en Su misericordia, pasaba por unas ciudades y vio a dos ascetas en su viaje; uno le decía al otro: “Oh, hermano, ¿qué hereda de la otra persona aquel que ama a Al-lah?”. El hombre respondió: “Hereda conocimiento de la luz de Al-lah, Altísimo, y compasión por aquellos que Lo desobedecen”. Ibrahim dijo: “¿Cómo puede uno sentir compasión por aquellos que contradicen a su Amado?” El hombre lo miró y dijo: “Aborrecen sus acciones pecaminosas y tienen compasión por ellos para que con su exhortación dejen lo malo; y se compadecen de que sus cuerpos puedan ser quemados en el Fuego del Infierno. El creyente no es tal hasta que esté complacido con que la gente tenga lo que desea para sí mismo” (Abu Nu’aim). Ibn Rayab aparentemente da referencia de esta historia y le da atributo de opinión entre los predecesores piadosos: “La gente que ama a Al-lah miran a través de Su luz y son compasivos con aquellos que Lo desobedecen. Odian sus acciones pero les muestran misericordia para que por medio de sus advertencias (los pecadores) dejen su conducta. Temen que el Fuego del Infierno consuma sus cuerpos. El creyente no será considerado como tal hasta que esté complacido con que la gente tenga lo mismo que desea para sí”.
Por lo tanto, los creyentes odian la falta de fe de los incrédulos pero les muestran compasión, con la esperanza de que se guíen y arrepientan. Puede que incluso sintamos un odio natural por la gente, el cual esté fuera de nuestro control. Ciertamente, no es raro odiar a alguien que nos daña, pero las emociones personales de amor u odio jamás deben convertirse en actos de agresión. Omar Ibn Al Jattab, que Al-lah esté complacido con él, dijo: “Que tu amor no sea una obsesión, y que tu odio no sea destrucción”. Alguien preguntó: “¿Cómo es eso?”, Omar respondió: “Cuando amas a alguien lo quieres como un niño. Cuando odias a alguien, deseas que sea destrozado” (Al Bujari). El odio, cuando lleva a un deseo de herir o destrozar, es una enfermedad espiritual que ha consumido y arruinado naciones enteras.
El Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, dijo: “Se aproximan lentamente hacia ustedes las enfermedades de las naciones anteriores. La envidia y el odio son navajas. No digo que afeiten el pelo, sino que rasuran la religión. Por Aquel en Cuyas manos está mi alma, no entrará al Paraíso ninguno de ustedes hasta que tenga fe, y no tendrá fe hasta que ame al prójimo. ¿Quieren que les informe sobre qué puede afirmar eso? Difundan la paz entre ustedes” (At-Tirmidhi).
En resumen, odiar por Al-lah es odiar el mal, el pecado, la incredulidad. No significa odiar a los incrédulos y pecadores en el sentido de desear dañarlos. El odio en una llevado al extremo es una enfermedad espiritual a la cual debemos resistirnos, incluso si fuera como respuesta natural a la injusticia.
Conclusión
El amor es parte de la esencia de Al-lah, Al Wadud, y como tal debe impregnar las vidas de los creyentes. Debemos amar a Al-lah más que a cualquier otra cosa, y como resultado amar todo y a todos a quienes Él ama: Sus mensajeros, los creyentes, la fe y el bien. Por el contrario, el amor por Al-lah no está completo hasta que el creyente odie todo lo que Al-lah odia: la incredulidad, la maldad y el pecado. Esta enseñanza está encapsulada en las palabras del Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él: “Aquel que posea tres características encontrará la dulzura de la fe: que ame a Al-lah y a Su Mensajero más que nada, que ame a su hermano por Al-lah, y que odie regresar a la incredulidad luego de que Al-lah lo ha salvado, de la misma forma que odiaría ser arrojado al fuego” (Al Bujari).
Odiar la incredulidad, por supuesto, no implica odiar a los infieles o querer herirlos, significa odiar las malas acciones y pecados con los cuales dañan sus propias almas. Si realmente amamos a alguien, odiaremos ver que sigue un camino de autodestrucción en esta vida y la próxima.
El éxito proviene de Al-lah, y Al-lah sabe más.
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Purificación del alma