Conceptos y objetivos
El sistema islámico de herencias se caracteriza por su transparencia en el modo de distribuir las herencias y por evitar la desviación y los excesos.
Después de que todas las deudas del difunto son pagadas y se ha ejecutado su testamento, es obligatorio aplicar la ley islámica en las herencias.
El Islam canceló la injusticia de las herencias preislámicas donde no se le dejaba parte alguna a las mujeres.
Las regulaciones islámicas para la herencia son permanentes y no se alteran con los cambios de tiempo, lugar y gente.
El sistema de herencias es la Shari’a islámica es completamente distinto a otros sistemas en otros credos y sistemas legislativos.
Su originalidad nace de sus principios generales y filosofía distintiva. Los temas discutidos más adelante nos introducirán a los atributos y filosofía de este sistema, y destacan sus principios generales, que se adoptan y aplican en la mayoría de los países de musulmanes.
Primero: La vía moderada
El Islam se caracteriza por la moderación y seguir la vía intermedia en todas sus prescripciones. Esto es particularmente palpable en el caso de las herencias, donde su tendencia moderada está lejos de los extremos encontrados en otros sistemas, en los cuales la completa compulsión o extremo libertinaje son la norma.
El comunismo, con raíces marxistas, elimina toda propiedad individual y prohíbe completamente las herencias. Cuando se modificó esto y se permitió la propiedad privada a un nivel familiar y en escala limitada, aún se siguió prohibiendo la herencia, y la propiedad familiar era transferida al Estado al morir sus dueños. Esto produjo la dejadez y mató el trabajo a conciencia, junto con la motivación personal y la innovación productiva. Tiempo después, los comunistas permitieron a la gente heredar limitadamente algunas propiedades.
El capitalismo da libertad a los individuos en general y a los patrones en particular, permitiéndoles monopolizar algunos productos y esforzarse en la acumulación de bienes, aunque sea a costa de otros individuos, de los pobres, de la nación y de los intereses nacionales; además, los propietarios ricos reciben plena potestad para disponer de sus propiedades, en vida o después de muertos, en cualquier modo que deseen. Ellos pueden legar lo que deseen a quien sea que deseen y privar de su herencia a quienes quieran de sus familiares.
En teoría, pueden legar toda su fortuna a un solo individuo, incluso si este es un completo extraño, y privar de la herencia a sus familiares y cercanos. Pueden incluso legar toda su fortuna a un gato, un perro o a un proyecto de la sociedad u otro destino, mientras que sus familiares y parientes o sus paisanos quedan sufriendo hambre y necesidad. Los pobres en el capitalismo pueden sufrir hambre y penurias, mientras gatos y perros pueden gozar de lujos y extravagancias.
El Islam representa una alternativa moderada. Reconociendo la naturaleza humana, legitima y protege la propiedad privada, nos guía hacia los más sanos modos de sustento, producción, dotación y consumo. Además, reconoce la herencia a favor de los familiares en respuesta a nuestra inclinación natural de amar a nuestros familiares y velar por ellos. Esto nos motiva a incrementar nuestra productividad y nuestros ahorros, regocijándonos en el hecho de que el dinero y la propiedad son nuestros.
Esto significa que los podemos disfrutar plenamente mientras vivimos y que, después de que morimos, irán a parar a manos de la gente que más amamos.
La mayoría de nosotros desea que nuestros hijos y otros miembros de nuestra familia tengan más de lo que nosotros tenemos, y nuestra preocupación por el futuro de nuestros hijos es mayor a la preocupación por nosotros mismos en la mayoría de los casos. El Islam satisface los sentimientos de todos asegurándose de que los familiares sean los herederos.
Segundo: El balance
En su legislación en general, y en el tema de la herencia en particular, el Islam se asegura de que el balance exista entre las partes comprometidas y sin que medie favoritismo alguno ni tiranía ni inequidad. Permite a cualquier persona que posea bienes legalmente, legar un tercio de sus bienes a la persona que deseen o a la caridad que elijan. Pueden legárselo a familiares que no heredarían normalmente de él o a favor de algún interés común, donde pueda acarrearle beneficios espirituales en forma de una recompensa continua por una caridad que permanece y continúa después de su muerte. Además que esto último significaría gozar de una buena reputación y ser recordado por la gente en buena manera.
Así pues, son libres de disponer de esta tercera parte como deseen, asegurándose, claro, de no contravenir los valores islámicos o las reglas generales de la herencia.
Después de haber entregado los legados testamentarios, quedaría entre dos terceras partes y la herencia toda a ser distribuida entre los herederos correspondientes según las reglas islámicas de la herencia. Lo que hace al sistema hereditario islámico tan maravilloso es que los bienes se dividen de un modo compatible con la naturaleza humana, con la religión y con la vida.