Un siervo humilde, sumiso, dócil y cumplidor, es de todos los siervo el más cercano a Al-lah, Alabado y Glorificado sea, puesto que es un esclavo de Al-lah, el Todopoderoso, y no un esclavo de sus propios deseos. Ayunar es el mayor de los medios para romper los deseos destructivos del alma, rechazar los errores y las transgresiones, y restaurar la tranquilidad, sumisión, humildad y humillación hacia Al-lah, el Altísimo, especialmente si uno sigue aquellas costumbres a las que nos hemos referido. Tal alma sería la más rápida en regresar a Al-lah, Alabado y Glorificado sea, y la más querida para Él. De esta manera, renunciará a su arrogancia, vanidad, narcisismo, poder, propiedad y demás, y se someterá al poder, la fuerza, ayuda y misericordia de Al-lah.
La gente de fe debe aprender acerca de sí mismos con el fin de cumplir su pacto con Al-lah, el Todopoderoso, por medio del esfuerzo (contra sí mismos) durante Ramadán. Ese ha sido nuestro estado por muchos años. Cuando uno sale de Ramadán, se lamenta por lo que se perdió, y siente que sus pecados y malas acciones no fueron perdonados por Al-lah, Alabado y Glorificado sea, que las cargas y los yugos de sus errores no fueron aliviados por Él. Es por esto que mucha gente dice: “El próximo Ramadán seré mejor. Trataré de comenzar desde el primer día. Estaré listo. Haré mi ayuno y mi oración perfectamente. Esta vez haré el I‘tikaf que no he hecho. Estaré listo, si Al-lah quiere, para el perdón y la liberación del Infierno”. Entonces, llegan a Ramadán después de haberse preparado durante Sha‘ban, de haber elevado su estado durante Sha‘ban, habiendo luchado contra sí mismos, habiéndose acostumbrado a realizar las obras y actos de adoración para obtener el perdón durante Ramadán, y teniendo la disposición de aprovechar al máximo todas las bendiciones que trae consigo el sagrado mes de Ramadán.
Ahora ha llegado Ramadán, es tiempo de cumplir tu pacto con Al-lah, el Altísimo. El pacto que has hecho para mejorarte a ti mismo, hacer tu mayor esfuerzo para obtener su perdón, renunciar a la diversión, el juego, la pereza, la apatía, el cansancio, la debilidad de determinación y la persistencia de la ambición en las que estás sumido. Haciendo esto, uno se inclinará a luchar más y más, y combatirá contra sí mismo, contra los susurros del demonio y contra sus propias inclinaciones, para alcanzar el perdón de Al-lah, el Todopoderoso. De esta, uno le muestra a Al-lah, Alabado y Glorificado sea, que se ha esforzado en contra de aquello con lo que había sido indulgente, y ha cumplido este pacto, aun cuando haya sido a costa de su propio ser, sus bienes, su cuerpo, su tiempo, su esfuerzo y su comodidad. Esto es porque el perdón que se alcanzará es mayor, más glorioso y más elevado, y todo lo que uno sacrifique para obtenerlo no tiene valor en comparación con ello.
Es momento para que las personas cumplan lo que se han impuesto a sí mismos, para comenzar a hacer lo que hace que Al-lah, el Omnipotente, esté complacido con ellos, acepte su arrepentimiento y les otorgue Su misericordia. ¿Por qué no te preparas para esto? ¿Prepararás tu tiempo y esfuerzo para obtenerlo o crees que este nuevo comienzo presagia el mismo final que del Ramadán pasado?
Debemos aprender una lección del pasado, recibir amonestación, y aprender que los creyentes debemos ser cuidadosos en este mundo, puesto que sabemos bien que estamos a punto de abandonarlo por Al-lah, el Todopoderoso, y en cualquier momento estaremos en presencia de nuestro Señor, el Altísimo. Por supuesto, a ninguno de nosotros nos gustaría encontrarnos con Al-lah, Alabado y Glorificado sea, en el mismo estado deplorable en el que probablemente nos encontramos ahora. Por esta razón, iniciemos Ramadán esta vez con la firme determinación y la insistencia en no dejar que sus bendiciones se nos escapen desde el primer día, y de no ser negligentes en ningún momento, y propongámonos a dedicar sus días y noches esperando la Misericordia de Al-lah, el Todopoderoso, y esforcémonos por obtener Su perdón. Al llegar Ramadán, nos llega el momento de cumplir con las deudas que tenemos.
Nos hemos comprometido a mostrarle a Al-lah, Alabado y Glorificado sea, lo mejor de nuestras obras, en términos de arrepentimiento, actos justos, oraciones, ayuno, recuerdo (de Al-lah) y recitación del Corán, y deshacernos de lo que hemos sufrido de apatía y distanciamiento de nuestro Señor, y la privación de Sus favores, generosidad y cercanía.