El más grande y más importante de todos los favores y bendiciones otorgados por Al-lah es el Islam y la honorable legislación islámica, la cual es derivada del Libro de Al-lah y de la Sunnah del Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam. Esta Ley ha delineado todo lo que es beneficioso para la humanidad en esta vida y en la otra.
Una de las virtudes de esta Ley es que sus reglas y regulaciones han establecido claramente las formas de prevenir toda maldad e inmoralidad, y todos los caminos que llevan a esto, lo cual apunta a proteger la verdad y la moralidad. Existen muchos asuntos para los cuales esta Ley ha presentado medidas preventivas, de modo que la gente no caiga en el mal, como sobre algunos asuntos de la fe, los actos de la adoración y las transacciones.
Sin embargo, las más obvias de todas estas medidas preventivas son aquellas relacionadas con las mujeres y los límites que Al-lah Ha establecido para ellas. El Islam ha trazado claramente los lineamientos a los cuales las mujeres musulmanas deben adherirse para que su personalidad se diferencie, y su seguridad, pureza y buena conducta estén garantizadas.
La vestimenta correcta y el recato para las mujeres, y la prohibición de que se mezclen con los hombres son dos de las más importantes medidas preventivas, que están interconectadas, que el Islam ha establecido. Los musulmanes deben someterse a los reglamentos que obligan a las mujeres a cubrirse apropiadamente para proteger su castidad y pureza, conservar la timidez y protegerlas de ser asediadas y molestadas, como Dice Al-lah (lo que se interpreta en español): {¡Oh, Profeta! Dile a tus mujeres, a tus hijas y a las mujeres de los creyentes que se cubran [todo el cuerpo] con sus mantos; es mejor para que se las reconozca y no sean molestadas. Al-lah es Absolvedor, Misericordioso.} [Corán 33:59]
En este verso, Al-lah Se dirige a las esposas del Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, quienes estaban más alejadas de la inmoralidad y de los actos de maldad; ellas eran las mujeres más puras y virtuosas, y fueron honradas con la gracia de casarse con el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam.
Los musulmanes deben también adherirse a los reglamentaos que prohíben la mezcla entre hombres y mujeres. Existen muchos textos islámicos a este respecto, como el hadiz narrado por ‘Uqbah Ibn ‘Amir, que Al-lah Esté complacido con él, donde el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, dijo: “No entren donde se encuentran las mujeres”. Un hombre de los Ansar replicó: “¿Qué acerca de nuestros cuñados?” (refiriéndose a los parientes del esposo de una mujer, como sus hermanos, primos y los hijos de estos). Entonces el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, respondió: “Los cuñados son la muerte”. [Bujari y Muslim] Esto significa que ellos (los cuñados) son más dañinos para las mujeres de lo que la muerte lo es para el alma. Las evidencias previas vienen del Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, cuyas palabras eran parte de la Revelación. Por lo tanto, ¿cómo puede una persona aceptar la opinión de alguien más por encima de la del Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam?
El Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, ordenó las filas de los hombres (par la oración en la mezquita) separadas de las filas de las mujeres, y describió las filas según lo narrado por Abu Hurairah, que Al-lah Esté complacido con él, diciendo: “Las mejores filas (en la mezquita) para los hombres son las primeras, y las peores son las últimas; y las mejores filas (en la mezquita) para las mujeres son las últimas, y las peores son las primeras”. [Muslim] Esto confirma la obligación de separar a los hombres de las mujeres y mantenerlos separados. Si esta es la manera en que los hombres y mujeres creyentes deben permanecer durante un acto de adoración dentro de la mezquita, entonces, ¿cuánto más necesario es esto en lugares fuera de las mezquitas, donde las reuniones pueden incluir a personas malvadas y pecadoras junto con la gente buena?
La nación islámica no debe tomar a la ligera estos textos, porque existen muchas más malas consecuencias de las que ellos están señalando para prevenir a la sociedad, y no hay nada que pueda evitar que ese mal ocurra en nuestro tiempo, el cual no existía en el tiempo del Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam.
Más aún, la gente a quien el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, se dirigió en estas narraciones, fueron de la mejor generación de la nación islámica, de acuerdo con su propio testimonio, como fue mencionado en muchas narraciones. ¿Acaso se ha desvanecido la necesidad de tales textos y sus advertencias en nuestro tiempo? ¿No es un hecho evidente que necesitamos de esos textos y sus advertencias incluso más de lo que esa generación los necesitaba?, especialmente porque los peligros y la maldad están más difundidos en nuestro tiempo, y esto significa que sus medios son más diversos.
Usualmente se da el caso de que la gente honra cualquier legislación que perciba como beneficiosa para ellos, especialmente cuando esas leyes evitan que les cause daño cuando es aplicada en ellos mismos; más aún, la gente no toma en cuenta si esas leyes incluyen ciertas restricciones sobre su libertad e impone penalidades para aquellos que desobedecen o transgreden los límites definidos. ¿Por qué se da el caso de que algunos que creen en Al-lah y Su Mensajero tratan a las leyes islámicas con sospecha e incertidumbre? Algunas de esas personas incluso llegan a reclamar que sea abolida, a pesar del hecho de que esta Ley incluye todo lo que es beneficioso para la humanidad y previene, o al menos reduce, todo lo que causa daño.
A nadie le está permitido discutir ni juzgar respecto a este tema sin tener el conocimiento islámico apropiado para ser capaz de hacerlo. Ni deben basar su discusión y opinión en argumentos infundados sin ninguna evidencia o basados en sus deseos. Más bien, uno debe ser sincero y librarse de sus deseos, los cuales pueden alejarlo de la verdad. Además, uno debe tener un amplio conocimiento del Islam y poseer la habilidad de diferenciar entre las evidencias auténticas y las débiles, poseer un claro entendimiento de las evidencias relevantes, así como una clara habilidad de extraer apropiadamente los reglamentos islámicos de las evidencias; solo entonces una persona es apta para discutir estos temas.
Debemos temer mayormente a los resultados de lo que decimos o escribimos y ser extremadamente cuidadosos de sus consecuencias, como el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, le aclaró a Mu’adh Ibn Yabal, que Al-lah Esté complacido con él, luego de que preguntara con asombro: “¿Seremos responsabilizados por todo lo que decimos?” El Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, respondió: “¿Qué piensas que hará que las personas sean arrojadas sobre sus rostros y sus narices en el Infierno más que el producto de (lo que dijeron) sus lenguas?” [Ahmad, Abu Dawud y At-Trimidhi]